Alicia en el país de las falsedades

Publicado: 14 septiembre, 2011 en Cartas, Comunicados, Opinión

Fuente: Eso de la Eso

Tenía pensado cerrar el blog hasta finales de agosto, pero la desfachatez de Alicia Delibes (Viceconsejera de Educación) en sus últimas declaraciones me obliga a reabrirlo para matizar algunas de las falsedades lanzadas con todo descaro y absoluto desprecio hacia docentes, alumnos y familias. Tal y como pueden ver en el vídeo.

La Viceconsejera pide «responsabilidad» a los docentes», considera las cifras de las pruebas de 3º de la ESO como «casi terroríficas» y afirma -con una nula capacidad de oratoria, por cierto- lo siguiente:

“[Los profesores] no tienen absolutamente razón tal y cual es la situación económica del país para organizar movilizaciones y dejar a los niños sin clase porque tienen que trabajar unos funcionarios que tienen el sueldo asegurao.”

Dejando a un lado la estructura asintáctica de su discurso (¿cómo es posible que una viceconsejera de educación tenga semejante nivel de expresión oral?), nos centraremos su contenido:

1. Los profesores no nos quejamos solo de ese aumento de 2 horas lectivas sino, sobre todo, del recorte de más de 5000 docentes (3000 interinos, más de 1000 funcionarios con plaza pero sin destino y los casi 2000 puestos ya recortados en el curso anterior). Muchos de nosotros estaríamos dispuestos a asumir ese aumento de horas si se respeta el cupo de profesores por centro, de modo que los alumnos no se hacinen en las aulas y se puedan hacer desdobles, grupos flexibles, refuerzos… El recorte actual no solo abarratorá las clases e impedirá todo tipo de atención a la diversidad, sino que también nos obligará a la mayoría de los docentes a impartir materias para las que no estamos cualificados, pues tendremos que cubrir los huecos que dejan los profesores suprimidos. ¿Qué formación recibirán los alumnos con semejante panorama?

2. Las movilizaciones no son solo una protesta de los docentes, sino de toda la comunidad educativa. Por primera vez en años hemos alzado la voz a un tiempo los profesores, los alumnos y sus padres, hartos de la pésima gestión de la Consejería de Educación madrileña, cuyo único fin es deteriorar la educación pública y acelerar su progresiva privatización.

3. El aumento de dos horas lectivas está dentro de la ley, sí, pero en ella se considera que solo podrá llevarse a cabo «excepcionalmente». En este sentido, es bueno recordar que 2 horas lectivas más a la semana suponen asumir un grupo más (30 alumnos el curso anterior y 40 o más, en este), de modo que el tiempo real de trabajo ha de multiplicarse por las horas que llevará preparar esa asignatura, corregir los trabajos y exámenes de esos alumnos y otras minucias que, aunque a Alicia le parezcan inimaginables, son más que reales y necesarias. Quizá por eso, la señora Delibes no entiende que nuestro horario legal es de 37’5 horas a la semana, mientras que el real -ya sin el aumento de este año- excede, con mucho, ese límite (y en horas tan voluntaristas -en muchos casos-, como no remuneradas).

4. Las medidas sobre las tutorías son tan irresponsables como erráticas y confusas. Por un lado, se tranquiliza a los concertados, asegurándoles que podrán mantenerla tal y como ya estaba. Por otro, se dice a los públicos que esa hora deja de ser lectiva para ser sustituida por una sobredosis de lengua, inglés o matemáticas (creyendo que la cantidad es sinónimo de calidad). Desde el momento en que la tutoría sale del horario lectivo y se convierte en, poco menos, que una decisión personal de centros y profesores, los alumnos quedan indefensos y desatendidos, pues no habrá tiempo real en el horario para afrontar la labor tutorial (por no hablar de la supresión de orientadores en los centros, figuras esenciales en este terreno). Así pues, las órdenes de la Consejería no solo denotan una ignorancia absoluta de la vida en un instituto, sino que no aclaran en modo alguno cómo será posible llevar a cabo el trabajo tutorial en un horario que no deja hueco presencial alguno para esa tarea. Y lo más lamentable es que crean que con afirmar que «será un trabajo remunerado» callarán nuestras quejas. No, señora Delibes, no estamos peleando por unas migajas de su infinita caridad (el Papa, a quien se han cedido gratuita e irresponsablemente nuestros colegios e institutos como alojamiento para sus huestes juveniles, ya se lo agradecerá, supongo), estamos peleando por los 3000 puestos de trabajo que se pierden este año, por las aulas abarratadas, por los alumnos desatendidos, por el deterioro de la educación pública, por tantas cuestiones y tan importantes que hacen que su propuesta de 25€ por sesión tutorial no solo sea ridícula, sino -peor aún- insultante. Quizá para ustedes todo se resuelva a golpe de talón o de cheque, pero para quienes creemos en la educación el problema es demasiado hondo como para que sus propuestas no resulten tan inútiles como humillantes.

5. La queja no solo atañe al recorte de profesores por centro, sino también a la alarmante supresión de plazas para los alumnos en FP, E.O.I., Artes musicales y escénicas… No se puede impulsar la FP sin profesores para ello. No se pueden regalar terrenos públicos para concertados mientras se niega la construcción de centros que son necesarios e imprescindibles en ciertas zonas. No se puede dejar que institutos con 600 plazas alberguen a 800 o más alumnos, tal y como sucede en muchos centros madrileños. No se puede insistir en lo mal preparados que estamos en idiomas cuando se intenta acabar -cada vez con más contundencia- con las Escuelas Oficiales de Idiomas, donde muchos aprendimos las lenguas extranjeras que hoy hablamos gracias a estupendos y entregados profesionales. Todas estas medidas -y este abandono de cuestiones tan fundamentales com la FP- potencian el fracaso escolar y el abandono de las aulas. Las consecuencias sociales -dramáticas- de fomentar ese abandono son, supongo, imaginables para todos (salvo para la señora Delibes, demasiado perdida en su farragoso y lamentable discurso).

6. Pedir «responsabilidad» a un colectivo que ya ha asumido medidas tan drásticas como la bajada salarial del curso pasado es, cuando menos, irónico. Es curioso que nadie se alzara en armas entonces, porque la mayoría asumimos ese deterioro en nuestro nivel de vida -y ese ataque, no lo olvidemos- contra nuestros derechos laborales desde una responsabilidad solidaria, aun sabiendo que es poco probable que, cuando la crisis pase, alguien se acuerde de nosotros y nos devuelva el salario anterior (el actual, por supuesto, estará aún más devaluado). Ahora, sin embargo, todos estamos dispuestos a hacer oír nuestra voz por una causa que sí que exige responsabilidad, una responsabilidad tan grande como la de defender algo esencial en nuestra sociedad: la educación pública. Lo siento, señora Delibes, pero su acusación de lo egoístas que somos, no funciona. Básicamente, porque no es verdad.

7. Llama la atención comparar el dinero que despilfarró la Comunidad de Madrid el curso pasado con la absurda campaña «Respeta a tu profe» con la actitud de desprestigio y ataque que se desprende de las (torpes) palabras de la Viceconsejera. Culpabilizarnos por «dejar sin clase a los niños» y alentar el odio social por tener «el trabajo asegurao» es una de las estrategias más lamentables e irresponsables -retomando las palabras de nuestra querida Delibes- que he visto en mucho tiempo. De vez en cuando, no estaría de más recordar que ese «futuro asegurao» no es tal y se consigue tras un proceso de oposiciones que, si tan envidiable le parece a algunos, está al alcance de cualquiera. Solo se necesitan ganas, tiempo, esfuerzo y horas de estudio. Trabajé durante años en el mundo la edición y sé bien lo que es tanto el trabajo en la empresa privada como en la enseñanza, además de haber vivido en primera persona el proceso de la oposición. Por eso, supongo, me indignan las generalizaciones que se hacen desde la ignorancia y, sobre todo, desde la falta de respeto al esfuerzo y el trabajo ajeno.

8. La solución de la Viceconsejera para frenar el fracaso escolar («dividir por niveles») ya se llevaba a cabo en los centros… hasta este curso, claro. El año anterior ya fue complicado mantener esas divisiones en muchos institutos, donde el recorte impidió hacer agrupaciones de acuerdo con el nivel de los alumnos. Este año, obviamente, esa división es imposible. No han dejado profesores suficientes para ello, de modo que los chicos no solo no podrán ser atendidos según su nivel, sino que habrán de pelear por entender algo con 39 compañeros más con quienes muchos habrán de disputarse una posición en primera o segunda fila desde la que poder enterarse de algo. ¿Era esta la excelencia que pregonaba el PP en su campaña? Debe de ser que la señora Delibes y yo entendemos por excelencia cuestiones muy distintas.

En definitiva, la Consejería de Educación nos ha dejado ya clara cuál será su estrategia: desprestigiar a los docentes y convencer a la sociedad de que somos vagos, egoístas, irresponsables e insolidarios, porque dejamos a los niños sin clase y no arrimamos el hombro en un momento de crisis. Obviarán que, precisamente, estamos dispuestos a perder días de sueldo y a dejarnos la piel en la lucha (aquí podéis ver el calendario de movilizaciones) por eso mismo: por conseguir que la salida de la crisis sea posible gracias a una educación pública de calidad que permita a nuestros alumnos tener algún tipo de opción de futuro. Una educación que no sea excelente solo para quienes se la puedan pagar, que no perpetúe a la siguiente generación en el elitismo socioecónomico que promueve y defiende el PP madrileño. Una educación en la igualdad, en la libertad, en condiciones dignas para que las aulas sean un espacio de crecimiento, de cultura y de aprendizaje. Una educación de calidad que, con 5500 profesores menos, es del todo imposible.

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